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Editorial ET

El futuro del Soat

Los ajustes en su funcionamiento deben atender consideraciones técnicas y de responsabilidad social.

Está a punto de convertirse en ley en el Congreso –solo le falta el sí en plenaria de Senado– uno de esos proyectos que sin duda suenan bien para las galerías, pero cuyas reales consecuencias podrían terminar saliéndole muy caras al país. Nos referimos a la iniciativa que reforma el seguro obligatorio de accidentes de tránsito (Soat), cuya aprobación cabalga sobre dos llamativos ganchos políticos: por un lado, la rebaja de las tarifas para quienes no afecten su póliza y la inclusión en esta de un ‘seguro de latas’ hasta por 5 salarios mínimos para los automóviles y de hasta 2 salarios mínimos para las motocicletas.

En teoría, el proyecto impactaría de manera positiva el bolsillo de los colombianos, y sus defensores en el Congreso así han sabido promoverlo. Pero en el mundo real –especialmente en las salas de urgencias, a donde a diario llegan centenares de personas heridas y lesionadas en accidentes de tránsito–, el costo de esta ‘cirugía’ poco técnica del Soat tendrá que medirse en vidas perdidas, según lo demuestran completos estudios entregados por los ministerios de Salud y de Hacienda y por la Agencia Nacional de Seguridad Vial. Conceptos técnicos que, valga decirlo, hasta ahora han encontrado poco eco entre nuestros parlamentarios.

A diferencia de otros seguros, la operatividad del Soat y los valores de la prima están totalmente regulados por el Estado y guiados por conceptos de solidaridad –se garantiza atención médica en cualquier lugar del país a toda víctima de un accidente de tránsito, sin más consideraciones– y equidad –lo que pagan los carros ayuda a financiar el seguro de las motos–. De cada 100 pesos que se recaudan por Soat, 45 van directamente a manos del Estado, a programas de atención de emergencias, salud y prevención vial. El 55 por ciento de ingresos restantes va a financiar la atención médica y las coberturas de auxilio funerario incluidas en el Soat, además de los costos operativos de las aseguradoras y sus márgenes de ganancias.

Afectar ese delicado equilibrio financiero, sin atender los conceptos técnicos, podría redundar, por ejemplo, en una disparada del valor de la póliza de las motos, que están involucradas en más del 80 por ciento de los accidentes con personas heridas. Esto porque cualquier disminución en los ingresos que percibe el sistema afectaría los fondos comunes que alimentan tanto la cobertura universal como los subsidios que actualmente se otorgan a los motociclistas.

Así mismo, incluir una cobertura de latas en el Soat, además de incrementar el valor de todas las pólizas, golpearía el corazón de ese seguro: la cobertura y atención de urgencia para los accidentados, que hoy son atendidos en cualquier clínica u hospital, incluso sin la cédula. El proyecto plantea que para activar el Soat se requiere el croquis del accidente, el cual es un trámite que en nuestras vías y con nuestras autoridades de tránsito puede tardar horas.

Por décadas, el país se acostumbró a las historias del ‘paseo de la muerte’, al que eran sometidos los heridos en accidentes viales. Esa realidad macabra cambió, gracias al Soat. Sin duda esta figura requiere ajustes tanto para acabar con la evasión, como con las mafias que se lucran de la salud. Pero cualquier reforma solo debe atender consideraciones técnicas y de responsabilidad social.

EDITORIAL

Editorial del diario El Tiempo publicado el 2 de junio de 2021.

Jun 3, 2021.

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