Rony se comió los airbags del carro
Cuando no se consiguen repuestos de un vehículo asegurado, o cuestan mucho dinero, puede aplicar la pérdida total.
Durante la temporada de vacaciones de mitad de año Amparo decidió viajar con su pareja por tierra a Cartagena. Y claro, con la compañía de Rony, el perrito. De regreso, inesperadamente se encendió el testigo del airbag en el tablero.
No se detuvo, pues el carro, una SUV modelo 2008, estaba andando bien; pero cuando llegó a casa, revisó el interior vehículo y encontró que debajo de la silla del copiloto había cables mordisqueados y un líquido derramado.
Mirando con cuidado, encontró que el mazo de cables del airbag y sus sensores estaban completamente destruidos producto de la ansiedad de Rony.
Al día siguiente fue al concesionario donde desmontaron la silla y encontraron que el líquido derramado provenía de la perforación de la manguera del sensor de peso de la silla del copiloto, que activa o desactiva el airbag en función de la masa de la persona.
En el concesionario intentaron cotizar tanto el mazo de cables como el sensor -incluso, la silla completa-, pero no se consiguió en Colombia, tampoco en Estados Unidos y ni en la casa matriz. Amparo, por su parte, intentó buscarlo por internet, pero fue infructuoso.
En consecuencia, en el concesionario le recomendaron acudiera a la aseguradora, y luego del peritaje, esta aceptó reclamar la pérdida total del vehículo porque, por una parte, el repuesto no se conseguía, y por otra, era muy inseguro usar el vehículo con la incertidumbre de que, en caso de un choque frontal, no dispararan los airbags.
Así lo hizo, con la buena noticia de que en menos de 30 días la aseguradora la indemnizó por el valor del vehículo según la Guía de Valores de Fasecolda.
Rony sigue como loco.