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Volcamiento

Desastres del paseo

Los daños parciales al vehículo no necesariamente tienen que provenir del choque con otro vehículo para que la póliza entre a proteger al asegurado.

Amparo organizó paseo de fin de semana con su pareja y otro par de amigos. Los cuatro adultos tuvieron en cuenta portar solamente una maleta pues el alojamiento de carga en su compacto es limitado.

Pero, como además debían llevar mercado y un par de bicicletas, le fue necesario instalar tanto el soporte portamaletas del techo como el de los caballitos de acero.

Emprendieron el paseo con el cupo completo del carro, no sin antes verificar que la carga estuviera bien amarrada, las llantas sobreinfladas y un breve plano mental de la ruta para tener claro dónde detenerse para estirar piernas.

Todo iba muy bien hasta que se hizo una fila de autos por las obras de la carretera. Luego de unos minutos de tránsito a muy baja velocidad pudieron recuperar los 90 km/h indicados pero -¡oh gloria inmarcesible!- un fuerte, intempestivo e ineludible escalón en la cinta asfáltica hizo que las suspensiones del carro colapsaran y todos se dieran tan fuerte susto que tuvieron que detenerse en la berma.

Allí, notaron que, por fortuna, todos estaban bien y que tanto la carga del techo como las bicis estaban en buen estado y aseguradas con firmeza. Aprovecharon para estirar piernas.

Un par de horas después llegaron al destino vacacional, pero al descargar maletas y velívolos notaron que, producto del impase de la ruta, tanto el techo como la compuerta trasera se habían abollado.

Amparo llamó inmediatamente al número de asistencia de su aseguradora, cuyo asesor le pidió unas fotos por WhatsApp, no sin antes tener claro que no había personas ni otros vehículos afectados.

Luego de terminar el reporte y al cabo de unos minutos, ella recibió de vuelta un mensaje en el que le informaron que a su regreso del paseo podía coordinar un peritaje en el centro de inspección de la aseguradora para cotizar los daños.

Al regreso de la semana de descanso, Amparo acudió al peritaje, lugar en el que le informaron que las abolladuras eran reparables y que bien podía acudir a la póliza por pérdida parcial daños e ir al taller autorizado indicado por la aseguradora para el arreglo.